Almacenamiento digital
Las cámaras de foto digitales necesitan un soporte para guardar las fotos que sacamos con ellas.
Cuando sacamos una foto con una cámara digital los datos se recogen en el sensor y se transmiten a un dispositivo de almacenamiento. Aquí se guardarán las imágenes que vayamos tomando y tendrá más o menos capacidad.
Las cámaras de fotos tienen dos formas de almacenar la información. La memoria interna y las tarjetas de memoria externas. Ambos métodos pueden ser combinados, aunque la memoria interna de las cámaras suele tener muy poca capacidad. Por lo tanto, las tarjetas son el método más extendido.
Existen numerosos tipos de tarjetas de memoria e incluso subtipos dentro de ellas. Cada fabricante elige cuál de ellos utilizará en cada una de sus cámaras y nosotros debemos comprar la que se adapte a esta condición.
A lo largo de los años los fabricantes de tarjetas han competido por imponer un estándar de memoria en las cámaras. En la actualidad, parece que esa batalla la están ganando dos formatos, las tarjetas Compact Flash y las tarjetas SD (o Secure Digital).
Las tarjetas Compact Flash son las más grandes del mercado y están pensadas para fotografía profesional por lo que las cámaras compactas no suelen admitirlas. Como principales ventajas encontramos que tienen una velocidad de transferencia normalmente alta y que soy muy robustas.
Las tarjetas SD, también conocidas como SDHC O SDXC, son las que habitualmente tienen las cámaras compactas o de gama media. Con excepción de determinadas marcas que utilizan tarjetas del tipo xD o Memory Stick.
Existen variaciones de esta tarjeta en formatos más pequeños como son las MiniSD y las MicroSD. Estas últimas son las más utilizadas como memoria externa de en los teléfonos móviles.
Las tarjetas SD son las que más rápidamente han avanzado en cuanto a su tecnología, su velocidad de transferencia y su capacidad de almacenamiento. Han evolucionado tanto que ya se comercializan tarjetas con tecnología Wi-Fi.
Este tipo de tarjetas convierten cualquier cámara de fotos convencional en una con conexión a internet. Con ellas se pueden transferir las imágenes directamente al ordenador o incluso al teléfono móvil. De este modo podemos hacer copias de seguridad de nuestro trabajo al momento. El inconveniente principal es que consume bastante batería. Aunque esto dependerá también de la cantidad de imágenes que hayamos tomado y del tiempo que tardemos en transferirlas.
Además de la capacidad que tenga una tarjeta debemos tener en cuenta la velocidad a la que la cámara puede tener acceso a ella y transferir los datos.
Hay circunstancias, especialmente en fotografía profesional, en la que esta velocidad es tanto o más importante que la capacidad.
Por ejemplo, a la hora de sacar fotos en modo ráfaga para no perdernos detalle, necesitamos una tarjeta rápida para poder trabajar cómodamente.
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